Categoría: Alimentación
Una vez a la semana, normalmente los lunes, a las 4 de la mañana, en la panadería del área Vida Creativa, cinco colaboradores de la Comunidad-Luz Figueira se reúnen para producir tofu y leche de soja.
Como explica Jovanio, miembro estable de la Comunidad-Luz y coordinador de la tarea, "el proceso comienza el día anterior, con ocho horas de antelación, poniendo los porotos de soja en remojo en agua".
La tarea también implica la organización durante la semana previa, como explica Jovanio, "tenemos un canal directo con todas las áreas de la comunidad. El responsable de cada zona nos informa, en función del número de personas que se alojan, cuánta leche y tofu se necesita".
El 3 de enero, por ejemplo, con 38,5 kilos de soja se produjeron 215 litros de leche y 130 unidades de tofu que se distribuyeron a todas las zonas de la Comunidad-Luz y de los Monasterios de la Orden Gracia Misericordia, instalados en la región de Carmo da Cachoeira.
Según informó el colaborador Rodrigo, a la hora de la producción, "todo funciona como un engranaje, cada uno haciendo su parte. Es fundamental tener ritmo y mucha atención, porque las tareas se suceden y una da continuidad a la otra".
La soja que se ha remojado se lava, se tamiza, se tritura y se cuela, dando como resultado un jugo que dará origen a la leche y al tofu, y como destaca Rodrigo: "la soja se aprovecha al 100%, no se tira nada, todo sigue un ciclo de producción que se renueva, esto es muy bonito".
Y, asimismo, sobre el conjunto de la tarea, es importante destacar que la soja utilizada se produce totalmente de forma sostenible y orgánica en la Comunidad-Luz Figueira, con semillas puras, libres de manipulación genética y de pesticidas.
El inicio de todo el proceso comienza con el cuidado de la tierra, que pasa por periodos cíclicos de descanso, de la selección de las semillas, de la siembra cuidadosa, de la cosecha delicada, y del almacenamiento correcto.
La producción ecológica y sostenible no agrede el medio ambiente, evita la degradación del suelo, respeta los ritmos de la naturaleza, favorece la reducción de la contaminación ambiental, preserva la calidad del agua, no contamina el suelo ni las capas freáticas y los ríos.
A su vez, las semillas puras tienen más vitalidad con características peculiares, porque se preserva la esencia, no sufrieron modificaciones como las semillas transgénicas, que tienen su código genético alterado.
Todo eso garantiza un alimento sano, íntegro, fuerte y saludable, sin alteraciones, con todos los nutrientes conservados, lo que asegura una mejor salud, no solo para el cuerpo físico, sino también, debido a su pureza, da ligereza y claridad a la mente y, en consecuencia, facilita el proceso de todos los que buscan profundizar en el camino espiritual.
Como bien entendió Rodrigo, que participó por primera vez en la ejecución de esta tarea: "Participar en todo este proceso me hizo reflexionar sobre todos los cuidados que hay que tener con los alimentos, desde el momento en que se plantan, cada parte con su relevancia para que la elaboración de dos alimentos tan ricos y fundamentales pueda ayudar a la salud de todos los miembros de la comunidad".